Dos maletas y cuatro aletas http://dosmaletasycuatroaletas.com ¿Viajando para bucear o buceando para viajar? Thu, 30 May 2019 14:48:44 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.8.2 Nuestros 13 imprescindibles en Dahab http://dosmaletasycuatroaletas.com/nuestros-13-imprescindibles-en-dahab/ Sat, 25 May 2019 15:07:51 +0000 http://dosmaletasycuatroaletas.com/?p=2129 No os voy a edulcorar la historia. Dahab nos lo ha puesto difícil, pero al final, y como a muchos otros viajeros antes que nosotros, nos ha conquistado. Estos días han sido una auténtica aventura en la que hemos podido combinar nuestro trabajo con nuestra mayor afición: el buceo. Además hemos conocido a la gente maravillosa de Makaraplanet, Koldo y Angela, que nos han ayudado un montón (un millón de gracias chicos). Hemos probado y experimentado sabores, olores, colores y paisajes, terrestres y submarinos, que quedarán en nuestro recuerdo para siempre. Y nos hemos reído un montón.

De todas estas experiencias vividas, hemos seleccionado nuestras 13 imprescindibles de Dahab, todas ellas reales y que hemos experimentado de primera mano. Esperamos que os gusten y diviertan como a nosotros.

1) Alquilar una casa en el centro del pueblo (Asala), al lado de una mezquita, rodeado de animales de granja y una cabra bizca. 

Después de un par de días superaréis el impacto inicial de que vuestra casa sea un oasis en medio de una réplica de Sarajevo, o de Bagdad después de la operación zorro del desierto. Descubriréis el encanto de caminar entre las gentes del auténtico Dahab y sus casas en ruinas.

Cuando tanta autenticidad os abrume, podéis cambiaros a uno de los muchos hoteles/resorts a pie de playa por bastante menos de lo que os costaría en España. Ganaréis en comodidad y cercanía a restaurantes, tiendas, centros de buceo y playa, pero perderéis a la cabra bizca que es lo que le da substancia al viaje.

2) Dejarse barba y pelo largo hasta confundirse con un beduino 

Solo cuando en las tiendas te hablen en árabe, te pregunten si eres Egipcio o Israelí, y un camarero te salude con efusividad porque hace un año que no te veía, habrás completado tu misión. Eso sí, cuidado al volver a casa y pasar por seguridad del aeropuerto. Seguramente la foto del tipo que llevas en el pasaporte no se parezca en nada a ti.

3) Caminar 5km a las 12 del mediodía

Nada como una buena ración de rayos ultravioleta para empezar el día. Y si es a las 12, mejor, que es cuando caen rectos como chuzos y no hay sombra ni bajo las palmeras.

No te dejes desanimar por las miradas de asombro de los locales, cubiertos con sus ropas y sus coches; ellos no conocen el placer que experimenta el español chancletero al ir a la playa con camiseta de tirantes. Ya conocéis el refrán: a no ser que viajes a Irlanda, has de volver como una gamba.

4) Visitar The Lagoon

Si al final de la caminata se encuentra The Lagoon, todo habrá merecido la pena. Ver esta estampa y no sentir unas ganas irrefrenables por aprender a hacer kitesurfing o windsurf es imposible. Azules y dorados, surcados por tablas y velas, se mezclan en un paisaje idílico de esos con los que te apetecería fusionarte.

5) Bucear en el Blue Hole 

Después de haber buceado en varios Manta Point donde no hay mantas o Shark reefs donde no hay tiburones, cuando llegas aquí y ves un pedazo de agujero azul, piensas: ¡Coño! ¡Chapeau por el que le puso el nombre! 

Sí señores, es un agujero de cojones, y sí, es azul. Pero nosotros nos quedamos con la increíble belleza del coral de los alrededores. Preciosa inmersión y muy curioso acabarla rodeado de apneistas que bajan más profundo que tu y sin botella de aire ni nada. Espectacular.

6) Inmersión de buceo en el Treshergorl… Tigerstorm… Tristenson… no te rías… ¡¿de qué te ríes?!

Nosotros es que somos muy de pecios, y si son de guerra pues más, lo reconozco, pero es que este es verdaderamente impresionante. Un auténtico museo submarino. ¿Cuántas motos hay dentro del barco? ¿Alguien las ha contado? ¿Y armas? ¿Y vehículos varios?

¿Como era el nombre del barco? ¡¡Thistlegorm!!, pero es igual, cuando aprendáis a pronunciarlo cogeréis el vuelo de vuelta.

7) Regatear con un médico local 

¿Visitar un zoco árabe para experimentar el arte del regateo? ¡¡Eso es para aficionados!! Para ser un auténtico Jedi del mercadeo intenta convencer a un doctor local que no te cobre 200€ por mirarte la oreja con un otoscopio polvoriento y tomarte la tensión. 

8) Adoptar a un perro durante 30 minutos y un gato una semana 

O mejor dicho, dejar que ellos te adopten a ti. Por aquí estos animales parecen tener una relación muy saludable con el ser humano en la que disfrutan de libertad y de socializarse de manera amigable con ellos.

9) Perder el miedo a hablar en inglés

Este es el lugar ideal porque nadie sabe español, pero tranquilo/a, hablan inglés como tú o un poco peor, así que ¡fuera vergüenza!

10) Deshacerte de tus prejuicios con el aire acondicionado 

Que sí, que sabemos que el aire reseca las vías, que luego el contraste de temperatura es muy fuerte, ¡y lo del consumo energético!… Repite conmigo: The aircon is your friend… the aircon is your frieeeend… ommmmm

11) Echar por el retrete 3 meses de gimnasio 

Comida abundante, rica y barata, aderezada con nuestra frase favorita: “cuando vuelva a casa lo bajo”. Es lo único que necesitas para conseguir el cuerpo perfecto: el esférico. 

¿Saber que los demás están de Ramadán da hambre? ¿Será como el regustito de estar en la cama un lunes mientras los demás curran? Solo aquí hallarás la respuesta.

12) Empujar uno o dos jeeps atascados en la arena al día 

Quizás con el ejercicio puedas contrarrestar el punto anterior y encima ganarás un egipcio agradecido.

13) Bucear en Dahab y en el Parque Natural de Ras Mohamed 

En todo el mundo hay puntos de buceo famosos, y otros poco conocidos. No es la primera vez, ni será la última, en que los segundos nos han impresionado incluso más que los primeros. Y en Dahab hay un montón de ellos, a un paso de la orilla, como para hacerlos cada día sin cansarse nunca y salir siempre con una sonrisa. Nuestros preferidos en Dahab: Islands, The Canyon, The Caves y Moray Garden.

Si además tienes tiempo, es recomendable hacer una excursión de un día para hacer 2 o 3 inmersiones en el Parque Natural de Ras Mohamed, en este caso desde barco.

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Egipto http://dosmaletasycuatroaletas.com/egipto/ http://dosmaletasycuatroaletas.com/egipto/#comments Sun, 19 May 2019 17:17:26 +0000 http://dosmaletasycuatroaletas.com/?p=2115 Nos resulta muy difícil siempre elegir destino de viaje. Tenemos una lista en la nevera con los lugares que más ilusión nos hace visitar y cada vez que planeamos un viaje empezamos a mirarlos todos, investigar, leer, descartar, volver a elegir… Esta vez buscábamos algo diferente, queríamos hacer un viaje como nómadas digitales, lo que significaba que tendríamos que trabajar y no poder estar 100% visitando y descubriendo cosas. Buscando por la red sobre un concepto que se está poniendo de moda, el coworking coliving, (la idea es estar en un lugar con más nómadas digitales, compartiendo espacio de trabajo y alojamiento) encontramos un sitio en Dahab que ofrecía todo lo que necesitábamos con además un plus que nos iluminó del todo: poder bucear en el Mar Rojo en nuestro tiempo libre. A pesar de ser amantes de las aguas tropicales y de la cercanía del Mar Rojo nunca habíamos buceado en él, principalmente por una razón: la mayoría de viajes al Mar Rojo implican hacer un vida a bordo y a nosotros nos gusta poder hacer algo más que estar en un barco y bucear cuando visitamos un país.

Enseguida contactamos con ese sitio, Alchemist Hubb, y la respuesta no fue la que esperábamos… Ya no ofrecía el servicio de coworking coliving. Sin embargo, ya no había marcha atrás en nuestras cabezas, nos habíamos ilusionado con Dahab, un pueblecito turístico con un aire bohemio y mochilero a orillas del Mar Rojo con inmersiones tan especiales como el Blue Hole. Así que decidimos, seguir adelante con la idea y buscar alojamiento por nuestra cuenta y la mejor opción para tener internet. Además contactamos con dos españoles que tienen un centro de buceo allí, Makaraplanet y enseguida conectamos con ellos y el buen rollo que llevaban, por lo que ya estábamos deseando estar allí.

– Sonia: ¿Qué Ruy, cogemos el vuelo? ¿Dos semanas o cuatro? Jolín, la web da error… Espera probemos con la app móvil. Vale, ¡ahora sí! Tenemos vuelo a Dahab, de momento para dos semanas con billete flexible (just in case).

Unas semanas después…

– Ruyman (en la cocina minutos antes de salir hacia el aeropuerto): ¿Te das cuenta de que Dahab no está en nuestra lista de la nevera?

Y entonces, cogió el rotulador y lo añadió con el check de «visitado».

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Despedida de Busuanga http://dosmaletasycuatroaletas.com/despedida-de-busuanga/ Thu, 01 Dec 2016 04:17:02 +0000 http://dosmaletasycuatroaletas.com/?p=2045 Como los niños que juegan a ser médicos, bomberos o policías, nosotros nos hemos permitido durante unas semanas jugar a que somos Divemasters en Filipinas. Y es un juego que nos ha divertido tanto como nos ha enseñado. Nos muestra que hay ciertas personas que frente a la disyuntiva entre tener dinero y comodidades o tener una vida interesante donde cada día es una aventura, y dónde cada pocos meses puedes vivir en un país diferente, eligen la segunda.

Mientras abandonamos la que ha sido nuestra casa durante casi un mes en un jeepney abarrotado, cientos de recuerdos se agolpan en nuestra cabeza; anécdotas y aventuras diarias que estarán por siempre ligadas a nuestra vida en Busuanga. No somos capaces de procesar lo mágico de este momento, pero me doy cuenta de que lo es porque Sonia sonríe de oreja a oreja mientras se le escapa alguna lágrima. Pocas emociones son capaces de dibujar en la cara a la vez dos expresiones tan contrarias.

La resaca por la fiesta de esta última noche y la falta de sueño tampoco ayudan a ordenar nuestros pensamientos. De todas las pruebas obligatorias a superar en nuestro curso reservaban una de las más complicadas para el final: el snorkel test. Básicamente este último examen se basa en beberte una botella entera de ron rebajado con tang de limón, también llamado jungle juice, por el tubo de snorkel. La dificultad estriba en que con las gafas impidiendo la respiración y la boca totalmente llena del líquido que baja desde el embudo de la parte superior del tubo, las únicas dos opciones son beber o morir asfixiado. Por supuesto nuestro exigente entrenamiento nos permitió superar la prueba con éxito.

Aunque bastante etílica, nuestra despedida de los instructores, de la isla, de los maravillosos pecios y de las encantadoras gentes de Busuanga fue el colofón ideal con el que decir adiós a esta experiencia intentando sobrellevar la alegría, la tristeza, la nostalgia y la resaca que se mezclan en nuestras cabezas por partes iguales. Entre tanto, empezamos también a pensar en nuestro próximo y último destino en este viaje: Hong Kong.

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Divemaster en Busuanga http://dosmaletasycuatroaletas.com/divemaster-en-busuanga/ Tue, 22 Nov 2016 03:37:15 +0000 http://dosmaletasycuatroaletas.com/?p=2036 En nuestra búsqueda de playas maravillosas y lugares preciosos a veces pensamos en las 4 palabras que nos instó a recordar un instructor de buceo en Port Barton: paradise does not exist. Bueno, yo sí creo que el paraíso existe pero vale bastante dinero entrar, y sobretodo quedarte una buena temporada.

En Busuanga los días pasan de manera plácida. El mar es calmado como un inmenso lago salpicado de islas e islotes, y las colinas de múltiples tonalidades de verdes, los caballos y los bueyes pastando te hacen pensar que estás entre montañas de Suiza o Irlanda. Ni siquiera en los ocasionales días de lluvia y viento necesitas nada más que una camiseta, un bañador y unas chanclas. Solo el ruido de los gueckos y los animales nocturnos rompen el silencio de las noches, pues hasta el mar parece mudo si no es por las pequeñas olas creadas por alguna barca en la bahía.

«Un alemán, un australiano y un filipino» podría ser el principio de un buen chiste, pero son nuestros vecinos residentes en esta zona de la bahía de D’pearl a la que llamamos entre nosotros «la isla», no porque sea una isla separada de Busuanga, sino porque solo se puede salir de aquí con una barca o un kayak. Entre todos formamos una pequeña comunidad donde compartimos cocina y baño, entendiendo por cocina una especie de barra de bar al aire libre y por baño un cuartucho con un váter que la mitad de los días no funciona. Nuestra cabaña, aunque básica, nos ofrece un cobijo donde pasar las noches al más puro estilo filipino. Bueno, a quien pretendo engañar… nuestra cabaña es más básica que el salpicadero de un seat panda, pero es gratis. Construida con madera y cañas entre el manglar, cuando hay marea alta podemos ver el agua del mar a través de las rendijas del suelo. Una cama con tablas, una estantería y una hamaca en el porche completan el escueto mobiliario, en un estilo que podríamos denominar austero-vintage, si ampliamos el término vintage a «mierdas que están a punto de caerse a cachos por las putas termitas».

Fue muy difícil decidirse por el sitio donde hacer nuestro divemaster. En nuestro «excel de decisiones» Corón y los pecios de Busuanga salía siempre en primeras posiciones, pero siempre acabábamos haciéndonos trampas y bajándole la puntuación, porque no nos apetecía pasar una larga temporada en el pueblo de Corón. Entre las opciones que estuvimos a puntito de escoger en algún momento de nuestro viaje se encontraban Moalboal, Panglao, Malapascua y Sipadán.  La decisión final se tomó en cuestión de horas al respondernos un correo un centro de Busuanga que no estaba en Corón, sino en una bahía muy cercana a los barcos hundidos. Que fuera un centro TDI, con oferta de buceo técnico, con inmersiones ilimitadas, alojamiento gratis y más barato que otras ofertas nos acabó por decidir. El dueño del centro es una especie de leyenda en Filipinas; presidente de TDI Filipinas, fue el primero en descubrir y bucear en los pecios allá por los años 80.

Durante nuestros días por aquí nuestro tiempo se reparte entre nuestra formación, bucear, comer y tomar cervezas y ron filipino en el resort cercano mientras vemos la puesta de sol desde la piscina. Sonia ha pasado de la fobia a los insectos a convivir con lagartos y arañas de un palmo en poco más de dos semanas. De no atreverse a hablar en inglés a hacer briefings a los clientes antes de cada inmersión. A eso se le llama ampliar tu zona de confort…

Los primeros días han sido los más intensos: sesiones de piscina, prácticas de habilidades, escenarios de rescate, aprender a dar buenos briefings y aprender a guiar por los pecios.  Nuestro instructor, un joven alemán, no nos lo ha puesto fácil y eso siempre motiva, y cada día ha supuesto un pequeño reto.

En contra de la imagen popular de isla tropical donde las frutas más variadas crecen por todos lados, por aquí casi todo lo que se come se importa desde Manila, por lo que ni hay variedad ni es barata. En el pueblo cercano de Concepción los días buenos, y si hay suerte, encuentras huevos, pan de molde y algún mango. Casi todo lo demás son productos envasados y grandes surtidos de galletitas, chocolatinas, patatas fritas y porquerías varias. Para algo más de surtido hay que desplazarse hasta Corón, a una hora de distancia en moto. El trayecto por carretera cargados con bolsas de la compra es sin duda una auténtica experiencia filipina. Al no haber señales en toda la carretera he adquirido un método personal para saber cuánto tiempo de viaje queda. Cuando te empieza a doler el culo es que estás a medio camino, y cuando ya no aguantas tus posaderas es que estás llegando.

Las mañanas empiezan temprano, sobre las 6, cuando el griterío de los gallos es incesante. Si esa noche los perros, mosquitos y guekos nos han dejado dormir nos levantamos descansados y de buen humor. Con suerte el baño no estará embozado, tendremos luz y agua, y gas para hacernos el desayuno. Una barca nos lleva al centro de buceo donde preparamos todo lo necesario para ese día y recibimos a los clientes. Y es cuando nos enfundamos nuestro neopreno y saltamos al agua que todo cobra sentido y  se nos olvidan todas las pequeñas incomodidades del día. Cada barco es un mundo y en cada inmersión descubrimos algo nuevo. Una bodega que guarda un tractor y un bulldozer en su interior, una sala de máquinas, un zapato perdido en una habitación, o un pasillo estrecho por donde no habíamos pasado antes. Y siempre acabamos en la parte superior del barco donde decenas de corales y vida marina han fijado su residencia. No nos mal interpretéis, no decimos que Corón tenga mejor buceo que Sipadán, Panglao o Moalboal, pero para nosotros es sin duda único, y tiene las dosis justas de adrenalina y dificultad que queríamos para formarnos.

Una visibilidad de 6 o 7 metros es suficiente para disfrutar aquí de un buen día de buceo. A la vez te obliga a planificar bien la inmersión y el punto de ascenso, si no quieres acabar a tomar por culo de tu barco debido a la fuerte corriente, como nos pasó una vez, en la que si no nos llega a recoger otra barca todavía estaríamos nadando contracorriente.

La dificultad de los puntos y las penetraciones en los barcos te obligan a ser muy observador con los clientes, y a evaluar su experiencia lo más ajustado a la realidad posible. Por muy avanzados que sean o por muchas tarjetitas que tengan, hasta que no les ves con su equipo y dentro del agua no sabes como reaccionarán dentro, si se sentirán confiados a entrar o si la liarán parda con las aletas levantando una nube de sedimento o cargándose el coral.

Los trayectos en la banka de buceo nos permiten entablar conversaciones con gente de todo el mundo. Como en una suscripción de lectores por correspondencia, cada cliente que llega es como un libro que nos muestra un par de páginas de sus vidas en su corta estancia en esta isla. Y luego por las tardes, compartimos con ellos cervezas, cenas e historias en el resort de Al faro, frente a esas espectaculares puestas de sol. Alemanes, rusos, americanos, ingleses, australianos y demás, nos explican sus profesiones, vidas, experiencias y viajes por todo el mundo, con la confianza que dan unas copas de más y el saber que seguramente jamás nos volveremos a ver.

Busuanga nos ha abierto sus brazos desde el primer momento y los residentes de esta bahía nos han acogido con la familiaridad del que te conoce de toda la vida. Una fiesta de cumpleaños con un exquisito lechón, un día de excursión en el catamarán de unos nuevos amigos españoles que viven en su barco, una tarde tomando cervezas y queso con el dueño de un restaurante, y otras tantas ocasiones, nos han hecho sentir como verdaderos vecinos de esta pequeña pero variada y multicultural zona del mundo.

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Kuala Lumpur http://dosmaletasycuatroaletas.com/kuala-lumpur/ http://dosmaletasycuatroaletas.com/kuala-lumpur/#comments Mon, 24 Oct 2016 09:39:52 +0000 http://dosmaletasycuatroaletas.com/?p=2019 En una estación de tren vacía y oscura a las 10 de la cálida y húmeda noche, con el sonido de los grillos y del tráfico de una autopista cercana, nuestra primera sensación de Malasia y Kuala Lumpur fue de soledad. Después de llegar a una terminal de aeropuerto cutrilla de indicaciones confusas y de comprar nuestro pase de tren con forma de fichas de feria, nos saltamos nuestra parada al distraernos con la primera imagen de las torres petronas a través de las ventanillas de un tren, que ya nos mostraba ciertas peculiaridades de nuestro nuevo país anfitrión: letreros prohibiendo el comportamiento indecente entre las parejas y ciertos vagones de uso exclusivo para mujeres. Un chico que pasaba por ahí, al vernos perdidos, nos indicó el camino para coger el tren de vuelta; pequeño gesto que nos hizo volver a conectar con el carácter amable que tanto nos ha cautivado en Asia, pero que habíamos olvidado en Singapur.
Esa sensación de soledad se disipó al día siguiente nada más salir de nuestro apartamento y caminar por las calles hacia una estación de mono raíl. Las calles, las tiendas y los puestos de comida, distaban mucho de la pulcritud que vimos días antes en Singapur, pero a la vez le conferían a la ciudad un carácter más humano y auténtico. También es verdad que lo que yo llamo auténtico y humano otros lo podrían describir como guarrete y descuidado, pero al fin y al cabo, todo depende del color del cristal con que se mira…
Ya en el monorail, el colorido de los pañuelos en las cabezas de las chicas y mujeres que nos rodeaban en el estrecho vagón nos hacían sentir como en una piscina de bolas. Nuestro primer destino en la ciudad, después de dormir un montón de horas y de no haber cenado ni desayunado, era un food court o hawker–así llaman a zonas donde comer rodeadas con múltiples puestos diferentes de comida– situado en el sótano de un centro comercial en el centro de la ciudad. Puede que con el hambre que llevábamos todo nos pareciera bueno, pero lo cierto es que nos pusimos las botas con comida riquísima y nos gastamos 6 euros entre los dos con bebidas incluidas, gracias a la recomendación de nuestro casero.
Después de comer recorrimos la zona del Bukit Bintang, para asombrarnos con lujosos centros comerciales como el Pavilion, donde las inmensas columnas y entradas nos hicieron sentir en auténticos templos de las compras. Tal era la ostentación que llegamos a confundir la entrada al parking con un escaparate de una tienda de coches de lujo, y en uno de los centros encontramos todo un parque de atracciones con su montaña rusa y todo en una de las plantas.
La principal atracción de nuestro viaje a Kuala Lumpur era nuestro apartamento alquilado a través de airbnb con piscina infinity y vistas a las Torres Petronas. Por unos 30€ es muy fácil conseguir un apartamento en uno de los grandes edificios encarados a las mismas, y realmente es un verdadero lujo que cuesta poco dinero.
Habría estado bien subir a lo alto de las Petronas, pero solo es posible subir a la pasarela que las une, que no está a mucha altura, y encima hay que madrugar y hacer cola, así que optamos en su lugar por subir a la torre Kuala Lumpur, que ofrece unas vistas panorámicas muy buenas de la ciudad al completo. Pagando un poco más que la entrada básica, no solo te permiten subir un poco más arriba, sino que puedes experimentar lo que se siente sobre un cubículo con suelo de cristal colgando literalmente del saliente del edificio. Fue un auténtico reto avanzar mirando al frente sabiendo que a mis pies, bajo el suelo transparente, se encontraba el abismo. Si miraba hacia abajo era incapaz de mover mi pie derecho delante de mi izquierdo. Afortunadamente aguanté lo justo para hacerme unas fotos a la vez que controlaba mi esfínter y no me cagaba encima.
La visita al barrio chino donde compramos un par de relojes de imitación y disfrutamos de la rica comida callejera y la visita a la zona de las Petronas completaron nuestra estancia, no sin antes pasarnos por Batu Caves en las afueras de la ciudad; un templo hindú dentro de unas cuevas naturales que nos dejó un poco fríos. Creo que dedicamos más tiempo a los innumerables monos que había en las escaleras de acceso al templo que al propio templo.

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Malasia http://dosmaletasycuatroaletas.com/malasia/ Thu, 20 Oct 2016 12:06:17 +0000 http://dosmaletasycuatroaletas.com/?p=2010 Visitar un país es como abrir una pequeña ventanita a un mundo diferente durante pocos segundos, e intentar comprender lo que ven tus ojos. Al cerrarla damos por finalizado el pequeño paréntesis en la cotidianidad de nuestras vidas, mientras al otro lado, es la vida cotidiana del país la que continúa sin haberse percatado de nuestra presencia.

El Sudeste asiático no es para todo el mundo, ni tampoco lo es la comida picante, pues en ambos hay que estar dispuesto a soportar ciertas incomodidades para disfrutar de auténticas maravillas. Detrás de los selfies con playas idílicas, templos imponentes y naturaleza salvaje, los viajeros escondemos a veces–sin mala intención y movidos por el entusiasmo– la pobreza, la basura, calles y edificios cochambrosos y rasgos culturales difíciles de tolerar para nuestra concepción occidental de lo que es la libertad.

Malasia sin embargo, ofrece un punto intermedio entre el Sudeste asiático y occidente. La exuberancia de su vegetación se combina con las infraestructuras de un país avanzado, sin llegar a la modernidad y el civismo ejemplar de Singapur. Sus ciudades de altos rascacielos y de una multiculturalidad única, parecen emerger de la jungla. China, India, Malasia y occidente conviven como una emulsión perfecta que se refleja en todos los rasgos cotidianos y muy particularmente en la comida.

Durante los 15 días que pasamos en Malasia pudimos asomarnos a esa ventana y descubrir un poco de sus gentes, sus ciudades, sus paisajes y su espectacular buceo.

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Ruta por Singapur http://dosmaletasycuatroaletas.com/ruta-por-singapur/ Wed, 19 Oct 2016 11:39:52 +0000 http://dosmaletasycuatroaletas.com/?p=1998 Se dice que «Barcelona bona si la bossa sona». Será que en Nueva York regalan cajas de donuts y en Madrid te reciben con un bocadillo de calamares. Las ciudades grandes y modernas son caras, sin embargo en Singapur puedes comer muy bien por poco dinero.

Nada más llegar nos metimos en el único restaurante que seguía abierto, ya que la mayoría cierran antes de las diez, y cenamos por solo 10€ los dos. Después de la monotonía culinaria de Filipinas aquellos platos orientales, elegidos casi a ciegas por no entender la carta, nos supieron a gloria. Por supuesto, hay opciones para todos los bolsillos y restaurantes de super lujo, pero no es nada difícil degustar auténticas delicias por menos de lo que cuestan unas bravas, siempre que te guste la comida asiática y que estés dispuesto a soportar un poco de picante de tanto en tanto.

Para nuestro primer día teníamos la opción de visitar la zona moderna de Marina Bay, o Little India y Chinatown. Puestos a experimentar contrastes respecto a Filipinas nos decidimos por la primera opción. Y vaya si los experimentamos…

Solo salir del hotel y caminar hacia la estación de metro más cercana nos dejó asombrados con los rascacielos, las calles impolutas, los pasos elevados para casi todos los cruces de peatones, los grandes centros comerciales en casi cada estación de metro, y la gente vistiendo a la última moda. Nada de indigentes, ni yonkis, ni borrachos, ni gente con malas pintas. Singapur es un país estricto, a veces tildado de autoritario, donde existe la pena de muerte y los castigos físicos como los azotes con varas de bambú. Sin llegar a esos extremos solo por comer en el metro o tirar basura al suelo las sanciones son muy elevadas. Nos parezcan bien o no los métodos, los resultados son innegables. A nosotros nos sirvió para estar todo el día con la coña de –¡no toques eso o te azotarán con el bambú!–, o –No hagas eso que he visto a un poli con unas varas–.

Orchard road es la calle principal de centros comerciales. Los hay de super lujo y más normales, pero todos inmensos y resplandecientes. Es tan grande la calle y hay tantos centros y tantas plantas que cuando ya habíamos visitado cuatro o cinco nos cansamos. Además, no llegamos a entender la finalidad de que en cuatro o cinco centros consecutivos hubieran en todos ellos supertiendas de Louis Vuitton, Channel, Gucci, Prada, Dolce & Gabbana, Tiffany&Co y Victoria Secret.

Muchos también disponen de plantas enteras de «health and medical services» donde se ofrecen servicios médicos, estéticos y dentales. Vamos, que entras por una puerta y sales por la otra con un bolso de Gucci, unos zapatos de Prada, un lifting y unas tetas nuevas. Un completo de chapa y pintura.

Después de comer en un restaurante indonesio riquísimo por menos de 10€, nos dirigimos a Marina Bay, la zona más nueva de Singapur.

Un centro de convenciones, un centro comercial y un casino que dicen que factura más que todos los casinos de las Vegas juntos–aunque me cuesta mucho creerlo–, se comunican en un gran complejo con el espectacular hotel Marina Bay Sands, y un poco más apartado con los Gardens on the Bay. Con tantas galerías, edificios y gigantescas estancias cuesta hasta orientarse y saber cómo hacer para ir al edificio que está al otro lado de la calle, pues tienes que bajar escaleras mecánicas por el centro comercial, caminar junto al canal de agua artificial subterráneo y volver a subir, ahora ya dentro del hotel que parece una lujosa terminal de aeropuerto.

Pasear por los jardines de Gardens on the Bay podría llevarte un día entero. Lagos artificiales, puentes y estructuras metálicas con formas de plantas desde donde disfrutar de vistas panorámicas, diferentes zonas de vegetación y árboles tropicales y museos de pago conforman una zona desde donde se observa el omnipresente edificio Marina Bay Sands, formado por tres torres de 250m de altura y una plataforma elevada que une las tres torres. Dicha plataforma (Sands Sky Park) contiene la piscina infinity más grande del mundo.

Ya al atardecer, subimos al Sands Sky Park, sin tener ni idea de que íbamos a alucinar con las vistas más espectaculares de ninguna ciudad que hayamos visto jamás. Ni Nueva York, ni París, ni San Francisco, ni los Ángeles, ni las Vegas, han conseguido impresionarme tanto con una vista panorámica como Singapur. Estuvimos horas contemplando primero el atardecer, y luego el espectáculo de luces que ofrece el skyline nocturno, mientras nos preguntábamos cómo el ser humano es capaz de hacer algo tan grandioso y hermoso al mismo tiempo.

Después de una falsa alarma de incendio a las 3 de la mañana con bomberos y todo, lo último que esperábamos a la mañana siguiente era encontrarnos el comedor lleno de catalanes. Ni más ni menos que la colla castellera dels minyons de Terrassa, en un viaje de exhibición para un salón turístico en Singapur, fueron a parar justamente a nuestro hotel. Después de un mes fuera de casa se nos hizo raro y a la vez tremendamente familiar volver a conversar en catalán.

Ese día lo pasamos entre los mercados, templos y centros comerciales de pasillos estrechos y abarrotados de productos de Little India, y las calles llenas de puestos de souvenirs, restaurantes y templos de Chinatown. Nuestra preferencia tanto por la organización, lo pintoresco del lugar y la comida, fue Chinatown.

Y como zona de ambiente, pubs, música en directo y restaurantes donde cenar al lado de unas vistas fantásticas de la bahía, la zona de Clark Quay merece mucho la pena, aunque los precios son bastante más elevados que en otras zonas.

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Singapur http://dosmaletasycuatroaletas.com/singapur/ http://dosmaletasycuatroaletas.com/singapur/#comments Tue, 18 Oct 2016 11:27:07 +0000 http://dosmaletasycuatroaletas.com/?p=1991 No hay nada como un baño de contrastes para sacudirte el cerebro y descolocarte por completo. En pocas horas pasamos de  estar convencidos de que no necesitábamos más que un par de chanclas y un bañador para ser felices, a desear todas y cada una de las cosas preciosas que veíamos por los suntuosos escaparates de los incontables centros comerciales de Singapur; de fotografiar a un niño sin calzoncillos en medio de la selva, a sumergirnos en un mar de chinos vestidos a la última moda con las marcas más caras; de no tener un cajero en 3 horas a la redonda, a cruzarnos con siete super tiendas louis vuitton en una hora de paseo.

Todo en Singapur es apetecible, todo entra por los ojos: cientos de comidas diferentes, tiendas de todo lo que puedas imaginar, todas las marcas que conoces y muchas más. El lujo, el diseño, los colores, las luces, los espacios, todo brilla y huele a nuevo.

Ante tal despliegue de modernidad futurista, de rascacielos imponentes, de eficacia urbanística, uno se siente como un cateto asombrándose hasta por el sonido de pistola láser que hacen los semáforos de peatones.

Ni las pirámides, ni las catedrales, ni las mezquitas pueden igualar el lujo y las colosales dimensiones de los templos de la religión contemporánea, los centros  comerciales. Imponentes desde la superficie, se extienden también por el subsuelo ocupando estaciones y conexiones de metro como las raíces de un ficus.

Antes de acabar el trayecto nocturno en taxi que nos llevó del aeropuerto a nuestro hotel ya queríamos quedarnos a vivir allí. Las luces de los rascacielos nos hicieron olvidar por un momento la amabilidad de los filipinos, y el hecho de que jamás nos sentimos perdidos allí. A cualquier hora que llegases al más recóndito pueblo te esperaba un conductor de trike o de taxi deseando llevarte a cualquiera que fuera tu destino. Ahora los ‘where are you going Sr.?’ se transforman en informativos pero fríos letreros luminosos que indican direcciones y estaciones. Los taxistas ya no entablan conversaciones, ni te explican que están casados y tienen una niña. Es el precio de las grandes y modernas urbes. Ese, y el económico, claro está. El mejor hotel al que pudimos acceder con nuestro limitado presupuesto era del tipo ‘cápsulas’. Como que el metro cuadrado es caro, los hoteles baratos en Singapur se estructuran apilando cajas con camas dentro, como los nichos de los cementerios, pero con algo más de glamour. Pagando un poquito más pudimos conseguir un poco más de intimidad con una puerta privada, que aunque garantizaba un espacio minúsculo de uso exclusivo junto a nuestra cama, no nos libraba de los sonidos de la noche, que en este estrecho contexto se concretaban en ronquidos, ventosidades y alarmas de móvil. Incomodidades aparte, la experiencia fue satisfactoria gracias a que todo estaba tremendamente limpio, nuevo, la cama era comodísima y el desayuno rico. Durante los 3 días que pasamos en Singapur, caminamos 40km, comimos como si no hubiera un mañana, nos maravillamos con vistas impresionantes y vivimos historias surrealistas. Pero todo ello se merece un post que desgrane el detalle de esas intensas horas.

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Adiós Filipinas http://dosmaletasycuatroaletas.com/adios-filipinas/ http://dosmaletasycuatroaletas.com/adios-filipinas/#comments Mon, 17 Oct 2016 12:18:12 +0000 http://dosmaletasycuatroaletas.com/?p=1981 El curioso negocio de buceo en Filipinas adquiere la mayoría de sus ingresos de meter a grupos de chinos bajo el agua, y no solo conseguir que no se maten, sino además que se lo pasen de puta madre.

Nuestra decisión de cursar un internado de Divemaster por estas tierras, pasaba más por el hecho de vivir una experiencia de 1 mes o mes y medio en un país extranjero, trabajando en un centro de buceo e inflándonos a bucear en unas aguas espectaculares, que por la formación que íbamos a recibir. Cerca de donde vivimos, conocemos instructores muy preparados y con gran experiencia que sin duda hacen que viajar miles de kilómetros solo para recibir una formación sea una decisión absurda.

Sin embargo, nos apetecía un montón adquirir experiencia a la vez que disfrutábamos de grandes buceos.

Algo pasó al final de nuestro viaje por Filipinas que nos hizo cambiar radicalmente de opinión y continuar viajando. Puede que fuera que el gusanillo de viajar se nos hubiera metido ya dentro y no lo pudiéramos sacar. Puede que pensáramos que estando ya en el sudeste asiático era tontería no visitar los países que teníamos cerca. Puede también que pensáramos que teníamos toda la vida para hacer cursos de buceo pero que la oportunidad de viajar en este momento era única. O quizá simplemente solo sea que sí, que estamos muy locos, que somos de los que comen after eights a las 7:30 y quitamos los USBs sin expulsar primero. Vivimos al límite y queremos ver mundo.

Así que sin pensarlo dos veces, buscamos vuelos a Kuala Lumpur. ¿Y por qué Kuala Lumpur? Pues sinceramente porque   a Sonia le encanta como suena el nombre. —Kuala Lumpur, Kuala Lumpur…—  cuanto más lo dice más le gusta, y entra en bucles absurdos repitiéndolo: —Kuala Lumpur—. Bueno, también porqué siempre nos ha llamado mucho Malasia, donde como no, se puede bucear.

Buscando, buscando vimos que muchos hacían escala en Singapur, así que, ¿Por qué no visitar Singapur primero y luego Kuala Lumpur? Dicho y hecho, en nuestro siguiente post os explicaremos lo que vimos y vivimos en la fantástica Singapur, una primera parada que nos hizo estar muy felices por haber tomado la decisión de seguir viajando.

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The secret of Malapascua Island http://dosmaletasycuatroaletas.com/the-secret-of-malapascua-island/ Sun, 16 Oct 2016 15:46:48 +0000 http://dosmaletasycuatroaletas.com/?p=1970 Como en una posada pirata, los buceadores rodean la barra del bar en la playa con una cerveza en la mano contando sus batallas pasadas; aquel encuentro asombroso bajo el agua, aquella foto perfecta, aquel avistamiento insólito que casi hizo caer el regulador de la boca de asombro. Mientras, los atardeceres caen puntuales junto a la playa de postal de Malapascua, y en las mesitas con pufs en la arena nos apuramos a pedir las últimas consumiciones del happy hour. Puede que Guybrush Threepwood jamás pasara por aquí, pero tanto el nombre de la isla, como sus pequeñas dimensiones, la harían el escenario perfecto de este videojuego.

En este rincón de Filipinas aguarda lo que solo se puede encontrar a miles de kilómetros del hogar, donde poco más hay que hacer que bucear y disfrutar de no tener nada que hacer. Aquí un “de donde eres” desencadena conversaciones que duran horas, y abre la puerta a descubrir historias que de alguna manera se han ido a cruzar en este recóndito punto del planeta, donde todos los viajeros estamos viviendo nuestra pequeña aventura; desde una pareja de Chile encantadora viajando por Asia, hasta cuatro aventureras chicas canarias, pasando por una chica suiza y algún instructor del centro de buceo.

Llegar hasta aquí desde Panglao no fue tarea fácil: 40 minutos de taxi hasta el puerto de Tagbilaran, 2h de Barco hasta Cebú, y 5h de autobús hasta el embarcadero de Maya, donde una Banka (barca local) te lleva a la isla de Malapascua en un trayecto de 40 minutos. Increíblemente, llegamos en un solo día a nuestro destino pese a la multitud de puntos críticos donde perder un transporte, perderse uno mismo, o como me pasó a mi en una estación de descanso, subirme al autobús equivocado. Afortunadamente Sonia me estaba viendo desde el autobús correcto y salió corriendo a buscarme, porque si no el título de este post posiblemente tendría el nombre de otro pueblo de Filipinas.

Llegábamos con ganas y expectantes. Habíamos estado intercambiando correos con el manager de un centro de buceo donde había muchas posibilidades de que nos quedásemos a hacer nuestro divemaster. Rubi nos asesoró en todo momento y ya teníamos ganas de conocerlo en persona. Después de hablar con él, enseñarnos el centro más organizado que hemos conocido, y conocer a otros dos chicos que estaban realizando el curso, se confirmaron las buenas expectativas que teníamos, y solo nos quedaba bucear y conocer la isla para acabar de decidirnos, así que organizamos las salidas para el día siguiente.

Una pequeña depresión tropical hizo que se cancelaran las inmersiones previstas a Gato Island, y la alternativa fue Deep slope.

Al salir de la inmersión nos encontrábamos contrariados y decepcionados. ¿Donde estaba la riqueza de coral que habíamos visto por todas las otras islas? ¿Por qué había tan poca vida? Si a todo esto le sumábamos una trayectoria rarísima que siguió nuestro guía, haciéndonos nadar a contracorriente una y otra vez para pasar por los mismos sitios, y luchando contra corrientes verticales que nos empujaban hacia la superficie, la conclusión lógica fue no hacer la segunda inmersión programada en la misma zona.

Parecía en aquel momento que nuestro ansiado lugar perfecto, donde se combinara un pequeño paraíso fuera y dentro del agua no iba a ser Malapascua. Sin embargo, no íbamos a abandonar sin darle la oportunidad que se merecía. Las inmersiones más famosas de la zona eran las de los tiburones zorro (thresher sharks) y las de Gato Island, e intentaríamos hacerlas a pesar que la depresión tropical tenía intención de quedarse unos días.

Al día siguiente nos pegamos un madrugón a las cuatro y media de la mañana para poder ver a los tiburones zorro. Este animal vive profundidades de hasta 200m, y al amanecer sube a estaciones de limpieza que se encuentran de 20 a 30 metros, donde pequeños peces les ayudan con dicha tarea higiénica. Divisamos hasta cinco tiburones zorro preciosos que iban apareciendo desde la oscuridad del océano y que se acercaban a nuestra posición a menos de tres metros. Sonia salió del agua diciendo que estaba enamorada, que era el animal más elegante y hermoso que había visto, y yo no pude más que asentir y sonreír.

Para Gato Island tendríamos que esperar al día siguiente, donde afortunadamente el tiempo nos dio una tregua. Pese a haber leído sobre las inmersiones que haríamos, nada nos había preparado para las emociones que íbamos a vivir ese día. Generalmente uno se imagina los grandes días de buceo con visibilidades infinitas y maravillosos fondos marinos repletos de corales, pero nada de esto se encontraba bajo las aguas de Gato. Son las formaciones rocosas con pináculos y cuevas lo que dan forma al escenario submarino.

En la primera inmersión, aparte de algún caballito de mar y algún crustáceo, un gran tiburón de punta blanca nos aguardaba al otro lado de un túnel dentro de una roca. Mientras observábamos desde el otro lado, el tiburón se acercaba y alejaba como midiendo las distancias.

La segunda inmersión fue una de las inmersiones más emocionantes de nuestras vidas. Comenzaba con una cueva a unos 10 metros de profundidad, de unos 7 metros de diámetro, que se extendía formando una S durante 30 metros.  La visibilidad era de unos 10 metros, aunque el agua estaba turbia, y la oscuridad de la cueva al adentrarnos era total. Solo las luces de nuestras linternas iban iluminando nuestro paso mientras íbamos encontrando pequeños crustáceos y peces. De pronto la salida de la cueva se mostraba al final con una luz azul oscura espectral, y al final de ella un gran tiburón de punta blanca nos esperaba, nadando de un lado a otro, viniendo hacia la oscuridad donde nos encontrábamos y perdiéndose luego en el tenebroso azul. Estuvimos observándolo durante minutos. Cada vez que se acercaba nuestro corazón se aceleraba pues no sabíamos cuanto se iba a acercar. Finalmente empezamos a avanzar, y se perdió definitivamente en el borroso infinito.

Poco después un pequeño túnel en otra gran roca nos esperaba. La corriente era fuerte y entré con tanta fuerza que casi pierdo el control, e intentando esquivar a tres buzos que se agarraban a la roca, casi me como al tiburón que había dentro. Por suerte pude agarrarme también con una mano mientras en la otra sujetaba la goPro con la que intentaba grabar al escualo.

A la salida seguimos moviéndonos con la corriente, y nos encontramos con una morena totalmente fuera de su agujero, mirándonos desde la arena, que desapareció a gran velocidad al acercarnos. Luego una sepia nos apuntaba con dos de sus tentáculos mientras huía de nosotros cambiando de color.

A medida que avanzábamos, la visibilidad se iba reduciendo, hasta tal punto que prácticamente no veíamos más allá de dos o tres metros. El guía nos indicó con el dedo unos hilos de una sustancia que salía de los corales. Al hacerme su movimiento pélvico sexy, comprendí que se refería a que se trataba de esperma coralino, como después nos confirmaron. Lo que en un principio fueron pequeños hilos, poco a poco se fueron transformando en verdaderos surtidores que celebraban una verdadera orgía subacuática incomparable, donde prácticamente era imposible ver nada.

Según nos comentaron más tarde, estas orgías sucedían solo en luna llena, pero esta había sido especialmente intensa.

Después de semejante inmersión, quedó claro que a pesar del mal estado del coral en comparación al resto de Filipinas, o de no encontrarnos una explosión de vida en cada inmersión, Malapascua estaba bastante cerca del paraíso que estábamos buscando. En pocos sitios puedes disfrutar de inmersiones tan emocionantes, rodeado de playas paradisíacas, y comer en un garito por 2€ de un Filipino que se parece al chino de Resacón en las Vegas.

La decisión de donde hacer nuestro divemaster era pues más difícil todavía: los increíbles barcos hundidos de Corón, la combinación de belleza paisajística y preciosos fondos de el Nido, las visibilidades infinitas y paredes repletas de vida de Moalboal, las tranquilas residencias de Dauin con sus inmersiones en Apo Island, la combinación perfecta entre belleza, ocio y exuberantes fondos marinos de Panglao, o Malapascua, la isla perdida con sorprendentes inmersiones.

Si habéis llegado hasta aquí, deberíais daros un descanso. Podréis averiguar cual fue nuestra decisión en nuestro siguiente post.

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