Treehouses, Island hopping y diluvio en alta mar

trike-barroY allí íbamos una chica canadiense, Sonia, yo, varias maletas y el conductor filipino, hacia las cabañas en la selva en un vehículo que podría caber dentro de algunos de nuestros coches. Desde aquí hago un llamamiento a los ingenieros y expertos en movilidad para que tengan muy en cuenta el trike como medio de transporte urbano e interurbano. Una moto cutre con una especie de sidecar cubierto puede llevar perfectamente a 4 o 5 viajeros, el doble si son filipinos, y ocupa poco más que un par de motos. Si tuvieran motor eléctrico ya serían perfectas.

Después de algo más de una hora de trayecto por carreteras, puentes y caminos por fin llegamos a nuestro destino cuando ya había anochecido, mientras una tenue lluvia caía sobre nosotros y nos preguntábamos si mejoraría el tiempo.  Después de acomodarnos en nuestra cabaña hecha de piedra y cañas, sin apenas luz, acordamos los planes para el día siguiente con Brian, un neoyorquino propietario del lugar. Nuestra intención era hacer un Island Hopping, la manera yanki de llamar a un rulo por varias islas en barco.

bueyesAl día siguiente, justo antes de embarcar, conocimos a Luís, un chico de Figueres que andaba viajando solo por Filipinas desde hacía 25 días, con el que compartimos el día y un montón de experiencias de viaje. El día parecía perfecto para disfrutar de islas con playas paradisíacas, y yo ya tenía, esta vez sí, todo el material fotográfico a punto y con sus baterías cargadas. Fue salir del embarcadero y la cosa empezó a ponerse negra. No negra del tipo – ¡uy! ¡parece que no va a hacer buen día!. Más bien del tipo – ¡Cógete unos cubos que vas a tener que achicar como un campeón!. Y efectivamente, a medio camino y en medio de ninguna parte empezó a caer la del pulpo. Los 4 australianos que nos acompañaban, Luís, y nosotros, empevistas-treehouseszamos a tomárnoslo a cachondeo hasta que vimos que la cosa no amainaba y que el mar se ponía peleón. Que si volvemos, que si no, que si casi estamos llegando, que si hay que ir se va pero que ir pa na es tontería, que si has visto el frío que tienen esos dos tripulantes filipinos – que no, que no, que es uno que tirita mucho… Y en esto que una australiana dice que si nos pueden llevar a alguna isla que tenga un cobertizo, y ahí que con el oleaje al final conseguimos llegar a una isla de pescadores con un pueblo muy pintoresco. Tal como llega la barca a la playa saltamos al agua que estaba calentita como en unas termas. Y allí que nos quedamos los tres disfrutando del calorcito mientras la lluvia caía sobre nuestras cabezas, y los australianos corrían hacia el pueblo.

playa-muelleComo que ya estábamos arrugados como pasas, decidimos al cabo de unos minutos seguirlos, y nos sorprendieron con una taza de chocolate caliente bajo de un estrecho tejado de un chiringuito callejero. Los que pasaban por la calle y nos veían debían pensar que estos turistas están locos, con la que está cayendo y ellos en bañador y con las gafas de snorkel colgadas al cuello.

Un poco recuperados del frío de la lluvia volvimos a embarcar, y nos dirigimos a un islote a medio camino del regreso a nuestro alojamiento. Llover seguía lloviendo, pero como pillaba de paso, pararíamos. El islote era precioso; agua turquesa pese al temporal, arena blanca coralina y vegetación tropical. Y justo al acabar la arena antes de la selva un cobertizo de cañas con una mesa y bancos donde íbamos a comer. ¿Que hacía un día de mierda? pues sí, pero en la vida todo es relativo, y nosotros estábamos en un lugar paradisíaco y el agua estaba caliente como para no querer salir en horas. Así que nadie nos iba a aguar nuestro día de playas por muy lluvioso que se pusiera. Y ya nos ves a los tres disfrutando de un spa con contrastes de agua caliente del refugio-playamar y fría de la lluvia con unas vistas inigualables, para luego comer entre las palmeras mientras veíamos caer la lluvia, y la tierra y las plantas olían a mojado.

Por suerte la vuelta fue más tranquila, aunque sin dejar de llover, y cuando los australianos no dejaban de quejarse de la mierda de día, nosotros nos mirábamos con cierta sonrisa de satisfacción al tener la sensación de haber vivido una experiencia única, que al final, son las que recuerdas de cada viaje.

Datos interesantes

Desayuno americano y pancakes en Sanctuaria Treehouses: 360php (7,20eur) los dos
Excursión Island Hopping: 800php (16eur) los dos
Picnic para llevar en la excursión: 500php (10eur) los dos
Cena Bbq en Sanctuaria Treehouses: 600php (12eur) los dos

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