Singapur
No hay nada como un baño de contrastes para sacudirte el cerebro y descolocarte por completo. En pocas horas pasamos de estar convencidos de que no necesitábamos más que un par de chanclas y un bañador para ser felices, a desear todas y cada una de las cosas preciosas que veíamos por los suntuosos escaparates de los incontables centros comerciales de Singapur; de fotografiar a un niño sin calzoncillos en medio de la selva, a sumergirnos en un mar de chinos vestidos a la última moda con ...